JUAN GIL-ALBERT
Regresó del exilio en 1947, y pasó 30 años en el olvido, escondido, hasta la muerte de Franco. Había nacido en Alcoy en 1904, el mismo año que José Mª Hinojosa y uno antes que Altolaguirre. No fue de la generación del 27, porque hasta 1936 no escribió poesía, y la generación del 27 es poética.Defendió la vida retirada: “Un alto muro a veces me separa / del mundo entero”. Refinado, con gran sentido de la belleza y de la elegancia (como su amigo Cernuda), supo, a pesar de su voluntario encierro, apreciar y gozar la vida. Lúcido, simpático, atractivo, vitalista, fue reivindicado pronto por Gil de Biedma.
Es un excelente poeta. Su mejor libro, sin duda, es “Las ilusiones”. Lo publicó en Buenos Aires, y empieza con un Himno al ocio. Es Mediterráneo, es Cavafis, es Cernuda. En “Las lilas” dice que “ Cada racimo de su despertar / era para mi un retoño de esperanza / y entre ellas viví engañado como tantas veces, / dedicando los latidos de mi corazón / a la hermosura de una sombra, / sombra muda que se interpone entre mi deseo / y la verdad que busco.”
Escribió varios libros de MEMORIAS, o algo parecido. En 1974 aparece, en Barral Ediciones, su “CRÓNICA GENERAL”, donde desgrana sus recuerdos “contemplando desde las penumbras de mis árboles el lento deslizar de sus días amarillentos…”. Queda claro que es un señor discreto, pulcro, modesto y educado. El libro tiene dos partes: la primera, “Urbi et orbe”, narra cosas de su infancia y juventud, de sus maestros (Gabriel Miró, Valle Inclán, Azorín), de la guerra, destierro, el campo de refugiados de St. Ciprián, etc. La segunda, su estancia en Francia, y el final de su adolescencia, su amistad con Kennett de Boennville, su amigo inglés de 17 años, con el que convivió, del que se enamoró, pero con el que no tuvo contacto alguno. Kenneth se bañaba desnudo en el río, el le acompañaba, y en la distancia lo cuenta como cuenta aquellas noches de luna llena, o describe su preciosa casa en Valencia, o sus vacaciones en Cestona llenas de marquesas aristocráticas y mundanas… (fue muy Viscontiano, de hecho a Visconti le dedica un largo capítulo en alguno de estos libros, en“Los días están contados”).
Me gusta más su “MEMORABILIA” que publicó Tusquets en 1975.
Su padre fue un rico comerciante, y el tiene una juventud grata y acomodada. Antonio Sánchez Barbudo y Ramón Gaya llegan a Valencia en las “Misiones pedagógicas”, y hacen amistad. Va a Madrid a un bautizo y vuelve habiendo tratado ya a “todos”. Conoce a Federico en La Barraca, publica en “Héroe” de Altolaguirre, y visita Viriato 73. Es quien mejor describe la casa de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez. Un bajo sin ventanas exteriores, “las puertas daban indistintamente a las máquinas o al tálamo matrimonial”. Allí come con Moreno Villa y Miguel Hernández. Cernuda vive en un piso alto, una especie de guardilla, y bajaba a diario a comer. Cuenta que Cernuda fue quien le dio a Aleixandre el título de “La destrucción o el amor” para su libro. Le presentan a Juan Ramón y se azara; Juan Ramón le echa un capote.
Cuando la capitalidad se traslada a Valencia, aloja y da cobijo, en la excelente casa familiar, a Ramón Gaya y su mujer, a Rafael Dieste, a Cernuda y sus maletas, a Altolaguirre…
La idea de “Hora de España” se debe a Rafael Dieste, el título a Moreno Villa. El fue el cofundador. Y en el Congreso de Escritores Antifascistas tiene un protagonismo total, estaban en su pueblo. Acompaña a Aragón y a Elsa, a Jean Cassou, Octavio Paz, Machado, Erhenburg, Malraux… Habla con mucho respeto del Alberti poeta.
Cuenta discretamente como sale de España en el último momento, como acaba en el campo de San Ciprián, con otros 40.000 refugiados, custodiado por negros senegaleses armados con fusiles, junto con toda la redacción de “Hora de España”, con Rafael Dieste, Ramón Gaya (que estando allí recibe la noticia de la muerte de su mujer, en un último bombardeo en la frontera), de Arturo Serrano Plaja y de Antonio Sánchez Barbudo. La Alianza de Intelectuales consigue sacarles, y de ahí a México y Buenos Aires, donde estará 8 años. Vuelve con 40, y por eso le pusieron a parir.
Sus aportaciones en “Hora de España”, “El Mono Azul”, “Poetas en la España leal”, “Romancero general de la guerra de España” y “Homenaje y despedida a las Brigadas Internacionales” fueron decisivas. Y publicó algún libro de poesía comprometida: “Candente horror”, “7 romances de guerra”, “Son nombres ignorados”…
Muere en 1994, con 90 años justos, y en 1999, Pre-textos publica “BREVIARUM VITAE”, reflexiones de más de treinta años “apuntes desiguales de tamaño y de color, unos resueltos en una sola línea, algunos en varias páginas”… Un libro delicioso. “Que ridículo es el hombre que no envejece…”, “De todos los abismos que atraen al hombre… ninguno tan confortable como el de la mediocridad…”
En 1981 la Diputación de Valencia publicó su “Obra poética completa” en tres tomos. Son más de 1000 páginas de un grandioso poeta del que no entiendo su olvido, su desconocimiento. Después de su paisano Miguel Hernández no ha habido en esa época otro como él. Y, por cierto, tan maltratado por las instituciones alicantinas, que le han ninguneado -como a Miguel Hernández- de forma miserable.
Muerto Franco publicó libros de prosa que no quiso sacar antes: “DramaPatrio” cachondeándose de los 25 años de paz (está incluido en el Memorabilia de Tusquets, y está muy bien. “El asco de la gente que me rodea / pervierte mi virtud”), “Heraclés” (su Coridón y su salida del armario), un par de novelas, etc.
Es indignante que un escritor de este nivelazo no ocupe el lugar que se merece. Francisco Brines, uno de los mejores poetas españoles vivos (su “Otoño de las rosas” es de lo mejor que se ha escrito en la segunda mitad del siglo XX), que le conoció y veneró, ha tratado de que se le diera su sitio, y antes Jaime Gil de Biedma, pero a todo el mundo le importa un carajo. Y el Ministerio de Cultura no está solo para subir el IVA y cabrearse con la gente del cine, está para diseñar acciones vivas (exposiciones, congresos, encuentros, cualquier acto de agitación…) que acerquen la sociedad a la cultura (y la cultura a la sociedad), que no todo el mundo nace “enseñao”.
Pero aprovecho: cultura no es la acumulación personal de saberes. Cultura es lo que se deriva de una educación integral recibida al hilo de un aprendizaje cívico, que incluye el respeto a los demás y la capacidad para afrontar las adversidades, la incomprensión, el éxito… Somos cultos no cuando memorizamos nombres y notas, sino cuando cultivamos una convivencia tolerante y saludable…